[ Pobierz całość w formacie PDF ]

Oliveira . Vení a tomar un mate, está recién cebado.
La cuestión de la unidad lo preocupaba por lo fácil que le parecía caer en
las peores trampas. En sus tiempos de estudiante, por la calle Viamonte y por
el año treinta, había comprobado con (primero) sorpresa y (después) ironía,
que montones de tipos se instalaban confortablemente en una supuesta unidad
de la persona que no pasaba de una unidad lingüística y un prematuro
esclerosamiento del carácter. Esas gentes se montaban un sistema de
principios jamás refrendados entrañablemente, y que no eran más que una
cesión a la palabra, a la noción verbal de fuerzas, repulsas y atracciones
avasalladoramente desalojadas y sustituidas por su correlato verbal. Y así el
deber, lo moral, lo inmoral y lo amoral, la justicia, la caridad, lo europeo
y lo americano, el día y la noche, las esposas, las novias y las amigas, el
ejército y la banca, la bandera y el oro yanqui o moscovita, el arte
abstracto y la batalla de Caseros pasaban a ser como dientes o pelos, algo
aceptado y fatalmente incorporado, algo que no se vive ni se analiza porque
48
19
es así y nos integra, completa y robustece. La violación del hombre por la
palabra, la soberbia venganza del verbo contra su padre, llenaban de amarga
desconfianza toda meditación de Oliveira, forzado a valerse del propio
enemigo para abrirse paso hasta un punto en que quizá pudiera licenciarlo y
seguir  ¿cómo y con qué medios, en qué noche blanca o en qué tenebroso
día? hasta una reconciliación total consigo mismo y con la realidad que
habitaba. Sin palabras llegar a la palabra (qué lejos, qué improbable), sin
conciencia razonarte aprehender una unidad profunda, algo que fuera por fin
como un sentido de eso que ahora era nada más que estar ahí tomando mate y
mirando el culito al aire de Rocamadour y dos dedos de la Maga yendo y
viniendo con algodones, oyendo los berridos de Rocamadour a quien no le
gustaba en absoluto que le anduvieran en el traste.
(-90)
49
20
20
 Siempre me sospeché que acabarías acostándote con él  dijo Oliveira.
La Maga tapó a su hijo que berreaba un poco menos, y se frotó las manos con
un algodón.
 Por favor lavate las manos como Dios manda  dijo Oliveira . Y sacá toda
esa porquería de ahí.
 En seguida  dijo la Maga. Oliveira aguantó su mirada (lo que siempre le
costaba bastante) y la Maga trajo un diario, lo abrió sobre la cama, metió
los algodones, hizo un paquete y salió de la pieza para ir a tirarlo al water
del rellano. Cuando volvió, con las manos rojas y brillantes, Oliveira le
alcanzó un mate. Se sentó en el sillón bajo, chupó aplicadamente. Siempre
estropeaba el mate, tirando de un lado y de otro la bombilla, revolviéndola
como si estuviera haciendo polenta.
 En fin  dijo Oliveira, sacando el humo por la nariz . De todos modos me
podían haber avisado. Ahora voy a tener seiscientos francos de taxi para
llevarme mis cosas a otro lado. Y conseguir una pieza, que no es fácil en
esta época.
 No tenés por qué irte  dijo la Maga ¿Hasta cuándo vas a seguir
imaginando falsedades?
 Imaginando falsedades  dijo Oliveira . Hablás como en los diálogos de
las mejores novelas rioplatenses. Ahora solamente te falta reírte con todas
las vísceras de mi grotesquería sin pareja, y la rematás fenómeno.
 Ya no llora más  dijo la Maga, mirando hacia la cama . Hablemos bajo,
va a dormir muy bien con la aspirina. Yo no me he acostado para nada con
Gregorovius.
 Oh sí que te has acostado.
 No, Horacio. ¿Por qué no te lo iba a decir? Desde que te conocí no he
tenido otro amante que vos. No me importa si lo digo mal y te hacen reír mis
palabras. Yo hablo como puedo, no sé decir lo que siento.
 Bueno, bueno  dijo aburrido Oliveira, alcanzándole otro mate . Será que
tu hijo te cambia, entonces. Desde hace días estás convertida en lo que se
llama una madre.
 Pero Rocamadour está enfermo.
 Más bien  dijo Oliveira . Qué querés, a mí los cambios me parecieron de
otro orden. En realidad ya no nos aguantamos demasiado.
 Vos sos el que no me aguanta. Vos sos el que no aguantás a Rocamadour.
 Eso es cierto, el chico no entraba en mis cálculos. Tres es mal número
dentro de una pieza. Pensar que con Ossip ya somos cuatro, es insoportable.
 Ossip no tiene nada que ver.
 Si calentaras la pavita  dijo Oliveira.
 No tiene nada que ver  repitió la Maga . ¿Por qué me hacés sufrir, [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • granada.xlx.pl
  •